VIENRES 18
Cenamos en el restaurante Alghazira y en todo momento me
sentí muy satisfecho con mi comportamiento. Estuve muy simpático y aunque habláramos de temas serios, le ponía la
chispa precisa para hacer que su boca se alargara hacía las orejas, dibujando
una sonrisa sincera y encantadora.
El color rojo de su pintalabios incrementaba su sensualidad, pero lo que me maravillaba
eran sus ojos marrones. Me doy cuenta que cuando estoy con ella
me transformo en un piano: su mirada son los
dedos que tocan mis teclas y crean la melodía; mis palabras.
El tiempo pasó veloz y como ya me había anunciado al entrar, a las once de la
noche debía dirigirse a la casa de sus abuelos. Cada viernes se reúnen allí hijos,
nietos y primos para cenar. Ella tiene la costumbre de no faltar nunca, y
hoy, que había hecho una excepción, se
sentía con la obligación de pasar a saludar. En cierto modo, me sentía halagado
por haberme dado preferencia.
El paseo hacía la casa de sus parientes fue de lo más agradable por su compañía
y por la cálida temperatura. Hablamos, sin saber cómo llegamos al tema, sobre
las palomas de las ciudades. Planteábamos ideas, siempre con un tono de burla,
de porqué la gran mayoría tienen las patitas deformes y dañadas.
Me despedí con un beso en la boca en la puerta del edificio. Fue sólo un beso
pero muy intenso. Al despegar nuestros labios nos miramos y supe, al instante,
que se iba contenta de haber pasado una gran velada.
MARTES 22
Ésta tarde, dirigiéndome a casa atravesé el parque de mi
barrio y me pareció verla a veinte metros delante de mí. Su silueta es
inconfundible. Aceleré mi caminar, incluso troté un poco. Al estar a un par de
metros la llamé. Se giró, me vio y me
saludó con un simple hola; todo esto sin parar su marcha. Hice un último
esfuerzo para ponerme a su nivel. Caminaba muy rápido y la notaba tensa e
incómoda. Su mirada enfocaba al suelo; no me miraba para nada. Eso no era
normal en ella. Tuve que ser yo quien empezara a hablar.
- Hoy en el trabajo ha venido un cliente hecho una moto porque el artículo que
compró el otro día era defectuoso. Fue
muy impertinente con Laura, pero cuando
aparecí yo… su entonación cambio. Eso es de lo que hablábamos el viernes, ¿te
acuerdas?
-Sí.
Dejé medio minuto de pausa y cuando el silencio comenzó a dolerme volví a
atacar.
-¿Sabes qué? ¡Creó que Mini está embarazada! Se pasa todo el día en el sofá sin
moverse, y noto que su volumen corporal va en aumento. ¡Seguro que fue ese día
que dejé la ventana abierta!
Giró su cabeza, y en lugar de mirarme a los ojos y sonreír, alteró el
procedimiento. Rió forzadamente, y cuando su cara volvía a ser rígida, me miró
sólo un par de segundos.
-Te noto muy tensa. ¿Te pasa algo? ¿Tienes algún problema?
-No
-Si quieres podemos ir a tomar algo y hablamos.
-No puedo. Tengo que girar a la izquierda. Adiós. Ya te llamaré.
Se libró de mí cómo la gente que se escapa de quien intenta vender cosas por la
calle.
La he notado muy, pero que muy extraña. Se comportó como si estuviera molesta
conmigo pero no hay ningún motivo posible. Me he pasado toda la tarde
preocupado. ¿Qué he hecho mal? ¿Por qué ha tenido un cambio tan brusco? El
viernes estábamos de los más compenetrados y hoy estuvo como si fuéramos enemigos.
Quiero llamarla pero si ha estado tan seca debe necesitar un período de tiempo
para reflexionar. Ya me buscará ella cuando esté preparada, es más, ha dicho
que me llamaría. Pero, ¿y si no me llama?
MIÉRCOLES 23
No me ha llamado. He estado mirando el teléfono móvil cada
media hora y no he recibido ninguna llamada. Empiezo a estar preocupado.
Sospecho que el problema soy yo pero desconozco el porqué. Tal y como dije
ayer, no la pienso llamar. Si empiezo a
buscarla entonces se va a sentir acosada. Esperaré.
VIERNES 25
Mañana:
El teléfono móvil vibró con mucha energía; la mesa de madera intensificó el
sonido. La pantalla se iluminó y puede ver la hora (las once de la mañana), su
nombre y su número. La espera se había
hecho larga. Ayer, gracias a Dios, al estar toda la tarde con amigos no tuve
tiempo para preocuparme ni crearme paranoias.
Contesté y su voz era seca, igual que la del otro día. Me ha dicho que fuera a
su casa a las cinco de la tarde.
Mi presentimiento es que tomaremos un café y me dirá que ya no quiere saber
nada más de mí. Me muero de ganas de saber las causas, estoy muy intrigado. Ya
me he concienciado que tendré que buscar
otra chica y no va a ser tarea fácil; no soy tan especial para gustarle o
interesarle a cualquiera. Parecía que había topado con alguien afín a mi, pero por
razones inciertas, todo ha cambiado de un día para otro. No estoy triste por el
hecho de que me dejará; sino que tengo una incertidumbre interior, que
se transforma en miedo, por no saber cuándo volveré tener una relación amorosa.
Tarde:
Para distraerme y calmar los nervios me fui al mercado y compré todo tipo de
verduras para hacer un wok. Freí cebollas, berenjenas, zanahorias, pimientos y
otros vegetales en la sartén y, una vez hervida la pasta, junté todo. Es una
manera rápida y poco elaborada de cocinar pero mientras devoraba me sentí útil
por no haber comprado una salsa pre fabricada.
Acabé tan empachado que me quedé dormido en el sofá y por poco me presento
tarde a su casa; fue una siesta muy placentera.
Sólo tocar su puerta me abrió y se me lanzó encima besándome apasionadamente. Ni
me saludó. Cerré la puerta como pude
sin perder la concentración en ella.
Fue un coito de lo más increíble, nunca había tenido una relación sexual tan
apasionada con ella, y quizás con nadie. Tengo debilidad por las sorpresas. Iba
con la idea de pasar un mal trago y salir cabizbajo, pero finalmente salí
esplendoroso; me sentía el rey del mambo. No hubo palabras sino acción. Bueno,
al final nos quedamos en la cama charlando de temas intrascendentes; no me
atreví a preguntar por su comportamiento en los últimos días.
Ahora que escribo esto, tengo una calma interior muy grande porque todo se ha
enderezado y veo que mis inseguridades no tenían sentido. Sin embargo,
parándome a pensar, aunque tampoco quiero entretenerme mucho, se tiene que
admitir que su cambio de humor ha sido inesperado, positivo, pero totalmente sorprendente.
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Marc Chagall |
SÁBADO 26
En la ciudad hay una exposición de Chagall y hemos ido para culturizarnos un
poco. A pesar de haber visto obras de este autor en revistas o en la televisión
no lo conocíamos directamente, y mucho menos imaginábamos su importancia.
Debo confesar que los museos, cuando no
tienen nada valioso, me repugnan. Paralelamente, una galería con “materiales”
trascendentales para la historia de este mundo, me fascina. Me puedo pasar quince minutos
delante de las flores de Vincent reflexionando y analizando qué las hace tan especiales y a cuantos
artistas deben haber inspirado. Por esta razón, no puedo ir a exposiciones con
otras personas debido a que tienen una predisposición a quedarse muy brevemente
delante de un cuadro. Con ella es diferente; es verdad que no me puedo pasar quince
minutos contemplando una pintura, pero cinco sí; y eso ya me basta.
DOMINGO 27
Lo más normal sería decir que ha venido a mi casa a cenar pero creo que sería
más acertado si digo que vino a bañarse. Nos hemos pasado dos horas, sin
exagerar, en la bañera. Ha sido muy romántico y relajante. Qué dulce es cuando
quiere; me enjabonaba y me hacía masajes.
Cuando salimos del agua parecíamos dos ancianos con cara de jóvenes; aunque ella
seguía siendo asombrosamente atractiva
Mañana empezaré la semana a rebosar de energía. Ojalá todos los domingos fueran
como hoy.
LUNES 28
Cuando estaba a punto de subir al ascensor, me llamó al móvil. Según me ha
explicado, le han pedido en el trabajo que fuera a Frankfurt para ocuparse de
unos asuntos de la empresa. El chico que tenía que ir ha tenido un delicado contratiempo
familiar y no podrá ir. Su avión salía a las 16:30 por lo que no me ha
dado tiempo de ir a despedirme. No
volverá hasta el viernes en la noche.
Esto me ha fastidiado el resto del día. Justamente quería estrechar más nuestra
relación y hacer el intento de verla
cada día o, como mucho, cada dos. Parece
mentira; a la que empiezo a planear las cosas
o hacerme expectativas, éstas se tuercen por una razón u otra. Tengo muy
mala suerte.
Ahora no me queda nada más que esperar; durante cinco días no tendré a nadie que me
enjabone.
JUEVES 31
En el autobús se sentó a mi lado un señor mayor, de unos 60 años que, al
parecer, no se había duchado. No era un
olor de suciedad sino a sudor, debido a la ola de calor que estaba de visita.
Mi olfato es muy fino y lo maldecí durante casi todo el trayecto. No entiendo
cómo no se daba cuenta. Si un día noto que mi olor corporal no es el
adecuado, con una simple ducha y a
veces, con el uso del desodorante,
soluciono el problema.
Como iba diciendo, no sabía si cambiarme de sitio. Busqué, pero quedaban pocos
asientos libres y también me parecía una falta de respeto hacía el señor.
En el proceso de búsqueda vi, a través de la ventana, en la boca de un metro, una chica con el
cabello castaño, peinada con una coleta que le llegaba a media espalda, con
unos pantalones tejanos muy gastados y, aunque solo fue por milisegundos, con una
piel muy blanca. Todo pasó como un relámpago porque desapareció por las escaleras que bajaban al
subsuelo. Me olvidé del punzante olor, de
mi preocupación por encontrar otro sitio, de toda la gente de mí alrededor, e
incluso de que viajaba en autobús. No podía ser. Esa chica era ella; cumplía a
pie de la letra todas las características.
Imposible, ella estaba en Frankfurt. ¿Serían los gases lacrimógenos del anciano
lo que me había intoxicado y me creaban alucinaciones? Esa coleta de color castaño
tan familiar y tan bien hecha me dejó KO. ¡Por Dios! ¡No es posible!
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Frankfurt |
Lo primero que he hecho al llegar a casa ha sido llamarla. Se escuchaba ruido
de tráfico de fondo. Ella estaba tranquila y yo intenté imitarla. No quise ser
directo y no le expliqué mi preocupación. Formulando distintas preguntas y
encaminando la conversación, me aseguró que estaba en Frankfurt y que su vuelo
llegaba a las 20:35, el viernes.
Al colgar abrí el portátil y buqué todos
los vuelos programados para esta semana y, efectivamente, mañana aterrizaba un
avión proveniente de Frankfurt, a las 20:35.
Pude dormir respirando, está vez, la fragancia dulce y fresca de mi habitación.
VIENRES 01
La he llamado diciéndole que la iría a buscar al aeropuerto ahora que sabía la
hora de aterrizaje. Su entonación cambio tajantemente. Me dijo que no, que
debía reunirse con el jefe para tratar los asuntos de su viaje. Sinceramente,
tampoco trabaja en una multinacional tan grande para que no puedan esperar
hasta el lunes. Me pareció una excusa muy poco creíble. ¿Por qué me estaba
mintiendo?
Me dijo que el sábado dormiría durante toda la mañana porque estaba agotada, y
ya vendría a mi casa en la tarde.
Se me olvidó preguntarle si hoy iría también a su cena familiar…
SÁBADO 02
Como me había dicho, me vino a buscar a casa en la tarde. He intentado esconder
mi enfado, pero ha sido en vano. Se va una semana avisándome un par de horas
antes de partir, y al regresar me dice que tiene que reunirse con el jefe a las
9 de la noche. ¡Anda ya! ¿A quién
pretende engañar está puta?
Estuvimos una hora y yo casi no hablé. Me limitaba a mover la cabeza y
contestar sin abrir mucho la boca. Quería que se fuera y me dejara solo.
Hacía ver como si no entendiera las causas de mi enfado. Parecía una niña tonta
de primaria preguntándole al profesor cosas de las cuales ya sabe la respuesta.
Un profesor, con la paciencia agotada, hubiera reaccionado con un castigo; pues yo reaccione con unos gritos:
-¿TU TE HAS CREÍDO QUE SOY TONTO O QUÉ? ¿CRES QUE SOY UN MUÑECO PARA HACER LO
QUE TE DE LA GANA? ¿CREES QUE SOY UN PLATO DE ACOMPAÑAMIENTO?-- Respiré profundamente
recobrando aliento. ÁNDATE CON TU JEFECITO AHORA PARA PONER TODO AL DÍA.
Sin contestar nada se fue haciéndose la
indignada. Huy, si, qué penita que me dio. Eso sí, antes de que cerrara la
puerta le grité, en un tono no tan agresivo:
-La próxima vez que vayas a Frankfurt, procura que no te vea por esta ciudad.
DOMINGO 03
Estoy harto de las mujeres, y especialmente de esta mal nacida. Me está
volviendo loco, cada día me sale con un problema diferente. Son más los días
que me paso angustiado que los que me voy a dormir en son de paz. A esta chica
la voy a llamar la ruleta, nunca sabes con qué te va a salir. Cuando apuestas
por los rojos te sale el negro y cuando apuestas por el negro te sale el cero.
Eso sí, cuando adivinas el color, descubres el significado de la palabra
utilidad que tanto emplean los economistas.
Lo que me cuestiono es si esta relación me aporta más sufrimiento que
felicidad. ¿Vale la pena continuarla? Veremos cómo evoluciona, no quiero
precipitarme. La otra vía sería comportarme como un ser racional y analizar la
situación al detalle. Ella está jugando conmigo, ella me utiliza; de este modo,
en lugar de hacerme el mártir, yo también puedo jugar el mismo juego,
manipularla para obtener algún tipo de ganancia, en mi caso, pura satisfacción
carnal.
Como he ido anotando, me hacía ilusión tener una relación seria, pero muchas
veces las cosas no salen como se planean y se debe improvisar. Veremos cómo lo
hago.